martes, 28 de febrero de 2017

La cazadora de hadas, de Jennifer L. Armentrout

¿Qué tal, bellotitas? Hoy vengo con una reseña que no es muy buena, pero no por el libro en sí, sino por lo horrible de su adaptación. Os cuento:


Título: Cazadora de hadas
Título original: Wicked
Autora: Jennifer L. Armentrout
Editorial: Titania (Ediciones Urano)
Páginas: 378
Precio: 17,95€
Edición: tapa blanda con solapas


Sinopsis (Propia, sin spoilers): Ivy vive en Nueva Orleans y es cazadora de hadas. Perteneces a la Orden, quienes cazan hadas, o faes, unos seres demoníacos con apariencia humana. Hace cuatro años fueron precisamente los faes quienes mataron a sus padres y a su novio, y desde entonces ella se tiene prohibido bajar la guardia y permitirse querer a alguien. Pero cuando aparece Ren, también miembro de la Orden, y los emparejan para una misión, se dará cuenta de que no es tan fácil, y también de que la cacería que la Orden tiene entre manos podría desencadenar una terrible amenaza para la ciudad.

Reseña: La sinopsis parece muy Cazadores de sombras, ¿verdad? Bueno, no tienen mucho que ver, lo digo en serio. La protagonista es universitaria y vive con un duende, uno muy gracioso, friki y con mucho morro, que es un personaje que le va a dar el punto humorístico a la saga (Luego se descubrirá algo de él que tiene que ver mucho con la trama). Ella no me ha caído mal, no hace tonterías como tantas otras protas (Al menos, en este libro solo hace una tontería pero luego le pone solución), y él es un clon de Cam, el de Te esperaré, de la misma autora. Muy majo, con su puntito creidillo, pero con un gran corazón. Es muy Cam, si os gustó él, os gustará Ren. 
Lo de las hadas es muy WTF porque eso son los vampiros de toda la vida que están tan de moda desde Crepúsculo. Chupan sangre, coaccionan a los humanos, los esclavizan, los matan, tienen un superior que por ningún motivo debe llegar a la ciudad... ¿os suena? Pues claro, porque esa es la trama de chorricientas historias de vampiros y demás paranormales. En mi opinión, la autora concibió algo así, pero le dijeron que cambiara las criaturas porque los vampiros estaban ya muy vistos, y voilá, cambia el nombre y chimpúm, para qué cambiar algo más.
Hay escenas muy tórridas entre la parejita. Desde el principio ella se siente atraída por él, y aunque parece que es simplemente sexual, poquito a poco empezará a sentir algo de verdad. La tontería que dije al principio que hacía es sobre este tema. Como los faes mataron a sus padres y a su novio, tiene mucho miedo de tener novio otra vez por si lo vuelve a perder, y no es solo que se niegue a la evidencia, sino que se cierra a sí misma la puerta a la felicidad, a sabiendas de lo que hace. Por fortuna esto no dura mucho y gracias a Ren rectifica a tiempo... aunque yo hubiese preferido que simplemente hablaran y no el cliché de "salgo corriendo". 
Por lo demás, debo decir que es un libro bastante predecible. ¿Que la parejita iba a acabar en la cama y luego acarameladitos? Se sabía desde la primera vez que se vieron. Luego se cuenta que hay en la Orden un traidor que les pasa info a los faes. Yo sospeché de alguien, y lo clavé. No os diré quién, pero se nota a la legua (Y yo no me considero ninguna Sherlock, soy bastante cortita por lo que os digo que es MUY evidente). Y sobre todo lo que nos cuentan de la gran misión, de los semihumanos, el príncipe o princesa y la gran bomba final. Estaba más que claro, clarísimo. No diré nada, pero era obvio que nuestra Ivy, una vez superado el trauma que la impedía ser feliz con respecto al amor, tenía que surgirle otro problema aún más difícil de resolver, que ya no depende de ella.


Y ahora, el motivo por el cual no he disfrutado este libro al 100%. 
Primero, su HORRIBLE traducción. Me sacaba de contexto cada dos por tres que la protagonista tuviera un mostrador en su casa. En su cocina, para más señas. ¿Un mostrador? ¿Eso no es lo que normalmente se tiene en las tiendas? Pues la traductora debe ser que no conoce la existencia de la palabra Encimera, porque cada vez que hay una escena en la cocina, Ivy pone cosas sobre el mostrador, da la vuelta al mostrador, vuelca el azúcar sobre el mostrador... Os juro que eso me sacaba de contexto mucho. Muchísimo. ¡Por Dios, una encimera! ¡Tampoco es algo tan raro de ver, que todos tenemos una en nuestra casa! Todos menos la traductora, que como en su casa dicen "mostrador", todos debemos decirlo también. 
Faltas ortográficas. Halagar es con hache, señores traductores. Una no se siente "alagada", sino "halagada". Y hago hincapié en esta palabra porque no es la primera novela que leo en donde al traductor no le enseñaron a hacer bien su trabajo. Aunque esa palabra en una ocasión la escribe sin hache, pero a la siguiente con hache, así que le daremos un voto de confianza a la traductora y diremos que un fallito lo puede tener cualquiera. Ah, sí, y otro horror que hay hacia el final: Resulta que la chica está mal herida. No malherida, no, sino mal herida. Vamos, que la han herido mal. ¿Se puede herir bien o mal a alguien? Pues no sé, al parecer, sí. Si existen las personas mal heridas, ¿existirán también las bien heridas? ¿Las regular heridas? ¿Las peor heridas? Misterios de la vida. Habrá que preguntarle a la traductora. Quien sabe, quizás, aparte de un grado en filología y otro en traducción e interpretación, tiene también uno en medicina. Malherido o malherida, se escribe todo junto, señora traductora. Y esto no es un fallo aislado, porque se repite mucho.
Aparte, errores tipográficos como poner el guión de diálogo cuando no toca (Y esto sucede muchas, pero muchas veces a lo largo de las casi 400 páginas de la novela), y creo recordar que también había algún error gramatical, pero como sería algo aislado y no se repetía constantemente, pues no recuerdo bien cual era exactamente.
Por todo esto no he disfrutado la novela como me hubiera gustado.
Es una pena y no es el único caso en Titania, porque ya me sucedió con el de Alice Kellen, que tenía un montón de faltas de ortografía y de gramática. Se lo comenté a la autora y me dijo que la novela pasaba por varios correctores, pero yo, sinceramente, y después de esto, no me lo creo. Mi conclusión es que Titania ahorra costes contratando a traductores que probablemente no tengan mucha experiencia (Ni dominio del lenguaje español, al parecer), y directamente no contrata correctores... ¿Para qué? Pues para evitar horrores como estos... ¬¬
Y siento si la entrada me ha quedado muy dura o muy borde, pero es que estoy muy enfadada. Que los libros no son baratos, coñe, por lo que nos cobran por ellos deberían estar perfectos e impecables.

Bellotómetro:

3/5 bellotas. Por culpa de su mala edición no he podido disfrutarlo como correspondía.

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